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De manera similar opina Diego Galán
en un reseña del Buscón publicada en el
diario Triunfo el 16 de diciembre de 1978.
“Es poca la suerte de Berriatúa" nos dice en esta reseña, ya que durante
ese periodo, de todas las adaptaciones de narrativa picaresca, la de Berriatúa
resultaba poco interesante. La crítica negativa esta basada en aquello que el director
modifica de la novela: critica las escenas añadidas en el guión que no
enriquecen el arte de Quevedo, si no que lo distorsiona y lo hacen confuso.
Estas malas decisiones provienen de la ingenuidad de Berriatúa por querer
retratar la España del Siglo de Oro por medio de una acumulación en lugar de
una síntesis didáctica. Por el lado bueno, Galán elogia al grupo de actores que
ofrecieron una interpretación hilarante y gustosa a los espectadores y termina
reconociendo las agallas de Berriatúa al intentar abordar un texto difícil, y
alaba que no haya realizado, como era costumbre ofrecer a la audiencia, una
película comercial y mediocre.
La
siguiente obra que pertence al estado del arte de la película de Berriatúa es
un libro electrónico
realizado a partir de una entrevista al cineasta Luciano
Berriatúa
acerca de su vida y obra. Esta es una de las obras más importantes en la que
encontramos documentación sobre El Buscón
(1976) y lleva por título Luciano Berriatúa, gran aventurero y
explorador de cine (2010) realizada por Mercedes
Miguel Borrás
y Alberto Úbeda-Portugués. En esta
se encuentra resumida la vida del cineasta madrileño, su obra temprana en el
cine, sus trabajos como restaurador, también como investigador y toda su
filmografía. Nos enfocaremos en la información acerca de nuestro objeto de
estudio. Podemos encontrar declaraciones del cineasta sobre múltiples aspectos
de su largometraje El Buscón (1976), el cual
se rodó entre octubre y noviembre de 1974.
A pesar de que la intención era realizar un producto industrial que
llegara a los cines, también se buscaba alejarse de presentar una película
estructurada tradicionalmente. Se consiguió que llegara al cine debido a que
contaba con un reparto de actores populares en esa época, pero la película no
poseía desarrollo psicológico de personajes, ni un corte dramático o evolución
de emociones. Estaba realizada asimilando los capítulos de la novela, que
pueden ser movidos de sitio sin alterar el producto final. Fue una de las dos
películas de Berriatúa que llegaron a ser exhibida en salas comerciales. Sin
embargo, no logro complacer las
expectativas de la audiencia, ya que a mediados de la década de los setenta, la
sociedad buscaba contenido para adultos explícito (Borrás, M., Úbeda-Portugués, A., 2010).
Debido al contexto en que la
película fue realizada y estrenada, esta se puede entender como un producto
político. Berriatúa durante esa década deseaba tratar temas sobre la
persecución y expulsión de los judíos en 1492 o sobre la conversión de estos
debido a que en la España franquista el tema del judaísmo no era fácil de
retratar o simplemente se negaban esos hechos históricos. La censura en la
década de los setenta fue disminuyendo por la cercana muerte del general
Franco, lo que permitía la exhibición de películas eróticas. Es por eso que los
distribuidores le exigían más desnudos para poder estrenar su adaptación. En
noviembre de 1975 rodó esas escenas y logro estrenar su largometraje. El cineasta afirma que más allá de querer
adaptar a Quevedo, él desea utilizarlo para atacar al franquismo, ya que
observa similitudes entre el franquismo y el Siglo de Oro, sobre todo respecto
a la represión por parte de la Inquisición. Así, el director busca demostrar
que hay una historia de España de la que no lograban salir todavía. El director
ejerce esta idea en otras de sus obras como El ojo de la
noche, en sus cortometrajes El alquimista
y Duma el silencioso. Mientras que en El Buscón (1976), esta idea se observa en la
identidad judía de Pablos y de cómo para lograr sus altos propósitos, debe
ocultar sus orígenes. Otro de los temas más comentados por Luciano Berriatúa en
la entrevista es la reconstrucción histórica, la cual se observa en toda su
obra. Sobre todo en El Buscón. El cineasta
afirma que se interesaba en el cine de época, lo cual fue una influencia por
parte del cine alemán. La mayor influencia para realizar el largometraje recae
sobre Fausto, que era
una reconstrucción histórica a partir de elementos teatrales y pictóricos, los
cuales son necesarios para poder generar ese efecto de “viaje en el tiempo”.
Sin embargo, aclara el cineasta, es imposible recuperar por completo el
lenguaje y los gestos del pasado. Esta era la idea principal detrás de su
película: la imposibilidad de reconstruir una época (Borrás, M., Úbeda-Portugués, A., 2010).
El director aclara que lo que hizo
fue acceder a la reconstrucción histórica a partir de la idea de la muerte y cita
una frase de Quevedo: “¿A qué volvéis los ojos que no os
acordéis de la muerte? Vuestro vestido que se
gasta, la casa que se cae, el muro que envejece y hasta el sueño que cada noche
os acuerda de la muerte, retratándola en sí”. Afirma que le interesaba la impotencia
frente a la muerte y la lucha contra esta a través de hacer revivir un texto
por medio de la adaptación para un público actual. A pesar de querer revivirlo,
no se logra. No se puede tener la experiencia de como se vivía en esa época.
Luciano Berriatua lo intenta a través de tres técnicas: renunció al
campo-contracampo –por considerarlo artificial–, añadió movimientos laterales,
en diagonal–para crear la ilusión de entrar a otra época– y, finalmente, no
adaptó los diálogos de la novela. Sin embargo, esto resulta provechoso debido a
que añade la voz en off, que representa para él, un punto de vista externo que
permite recuperar la parte pictórica. La puesta en escena es donde se dan las
claves para comprender la película. Berriatúa cita a José Deleito y Piñuela
sobre cómo se realizaban las representaciones teatrales durante el Siglo de
Oro: los actores no respetaban el texto, improvisaban y sus vestuarios eran
malos e incorrectos, pero al público no le importaba. El director dice que esta
idea le fascinaba. La puesta en escena que hay en la película, lejos de ser un
desastre, era un juego caótico que situaba
al espectador en la época, es decir, el director adapta la idea de “puesta
en escena” como se hacía en el Siglo de Oro para que el espectador, al ver la
película, se sienta como se sentían los espectadores del teatro en el Siglo de
oro, y se realice ese salto en el tiempo directo que él buscaba. Finalmente, el
director defiende su película de las críticas asegurando que su obra tiene una
serie de trasfondos entre sus imágenes que son difíciles de recuperar. Los
ocultó porque la censura de la época lo obligaba y fue muy difícil que el público
se ocupara de recuperarlos (Borrás,
M., Úbeda-Portugués, A., 2010).
[1] En una entrevista con Luciano Berriatúa por
Miguel Ángel Blanco en 1998 se discute la vida y obra del cineasta. Blanco Martín,
M. A. (1998) “Luciano Berriatúa”, en Cine y su imagen. Almería: Diputación de Almería. Recuperado de: http://www.dipalme.org/Servicios/Anexos/anexosiea.nsf/VAnexos/IEA-CImag/$File/CImag.pdf
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