Crítica cinematográfica de El Buscón de Luciano Berriatúa

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 Berriatúa es director, restaurador de películas antiguas, extranjeras y españolas, investigador del cine mudo y es un experto del cine alemán enfocado en la obra de Murnau y Fritz Lang, por lo cual es reconocido internacionalmente. Sus conocimientos de cine los aprendió fuera de cualquier academia –como la Escuela Oficial de Cine de Madrid donde fue expulsado–, y asegura que aprendió más en el rodaje de sus propias películas.[1]  En el libro La literatura española en el cine nacional (1978) de Luis Gómez Mesa encontramos un apartado dedicado a las obras de Francisco de Quevedo que han sido adaptadas al cine. Desafortunadamente para el cine español sólo ha sido adaptada la novela picaresca El Buscón. Afortunadamente para los fines de este estudio, el autor ofrece una reseña de nuestro objeto de estudio donde celebra la incorporación de la obra de Quevedo en el cine español. Primero, Gómez Mesa se cuestiona la necesidad de estudiar la obra clásica en todos sus aspectos para poder realizar la adaptación. Responde esta cuestión con los ideales de Berriatúa –expuestos en un discurso dado en la Octava Semana  Internacional del Cine de Autor de Benalmádena en 1976– mientras realizaba la película: “es imposible penetrar en el pasado, tanto en los actos y gestos de las personas como en el ambiente en el que vivían” (1978: 56). Berriatúa afirma que la labor del cineasta es ajustar los temas a la época actual. Sólo así se recupera el espíritu de Quevedo, de otra manera, los clásicos continuaran perdidos. El director –y también guionista de la película– Luciano Berriatúa, por no adentrarse profundamente en la esencia de la novela,  nos dice Gómez Mesa, sólo muestra la fealdad externa del Buscón: el carácter carnavalesco y grotesco reflejado en los atuendos y los comportamientos soeces de los personajes. Sin embargo, termina su breve reseña agradeciéndole al cineasta la incorporación de la obra de Quevedo en el cine nacional.
            De manera similar opina Diego Galán en un reseña del Buscón publicada en el diario Triunfo el 16 de diciembre de 1978. “Es poca la suerte de Berriatúa" nos dice en esta reseña, ya que durante ese periodo, de todas las adaptaciones de narrativa picaresca, la de Berriatúa resultaba poco interesante. La crítica negativa esta basada en aquello que el director modifica de la novela: critica las escenas añadidas en el guión que no enriquecen el arte de Quevedo, si no que lo distorsiona y lo hacen confuso. Estas malas decisiones provienen de la ingenuidad de Berriatúa por querer retratar la España del Siglo de Oro por medio de una acumulación en lugar de una síntesis didáctica. Por el lado bueno, Galán elogia al grupo de actores que ofrecieron una interpretación hilarante y gustosa a los espectadores y termina reconociendo las agallas de Berriatúa al intentar abordar un texto difícil, y alaba que no haya realizado, como era costumbre ofrecer a la audiencia, una película comercial y mediocre.
            La siguiente obra que pertence al estado del arte de la película de Berriatúa es un libro electrónico realizado a partir de una entrevista al cineasta Luciano Berriatúa acerca de su vida y obra. Esta es una de las obras más importantes en la que encontramos documentación sobre El Buscón (1976) y lleva por título Luciano Berriatúa, gran aventurero y explorador de cine (2010) realizada por Mercedes Miguel Borrás y Alberto Úbeda-Portugués. En esta se encuentra resumida la vida del cineasta madrileño, su obra temprana en el cine, sus trabajos como restaurador, también como investigador y toda su filmografía. Nos enfocaremos en la información acerca de nuestro objeto de estudio. Podemos encontrar declaraciones del cineasta sobre múltiples aspectos de su largometraje El Buscón (1976), el cual se rodó entre octubre y noviembre de 1974.  A pesar de que la intención era realizar un producto industrial que llegara a los cines, también se buscaba alejarse de presentar una película estructurada tradicionalmente. Se consiguió que llegara al cine debido a que contaba con un reparto de actores populares en esa época, pero la película no poseía desarrollo psicológico de personajes, ni un corte dramático o evolución de emociones. Estaba realizada asimilando los capítulos de la novela, que pueden ser movidos de sitio sin alterar el producto final. Fue una de las dos películas de Berriatúa que llegaron a ser exhibida en salas comerciales. Sin embargo,  no logro complacer las expectativas de la audiencia, ya que a mediados de la década de los setenta, la sociedad buscaba contenido para adultos explícito (Borrás, M., Úbeda-Portugués, A., 2010).

            Debido al contexto en que la película fue realizada y estrenada, esta se puede entender como un producto político. Berriatúa durante esa década deseaba tratar temas sobre la persecución y expulsión de los judíos en 1492 o sobre la conversión de estos debido a que en la España franquista el tema del judaísmo no era fácil de retratar o simplemente se negaban esos hechos históricos. La censura en la década de los setenta fue disminuyendo por la cercana muerte del general Franco, lo que permitía la exhibición de películas eróticas. Es por eso que los distribuidores le exigían más desnudos para poder estrenar su adaptación. En noviembre de 1975 rodó esas escenas y logro estrenar su largometraje.      El cineasta afirma que más allá de querer adaptar a Quevedo, él desea utilizarlo para atacar al franquismo, ya que observa similitudes entre el franquismo y el Siglo de Oro, sobre todo respecto a la represión por parte de la Inquisición. Así, el director busca demostrar que hay una historia de España de la que no lograban salir todavía. El director ejerce esta idea en otras de sus obras como El ojo de la noche, en sus cortometrajes El alquimista y Duma el silencioso. Mientras que en El Buscón (1976), esta idea se observa en la identidad judía de Pablos y de cómo para lograr sus altos propósitos, debe ocultar sus orígenes. Otro de los temas más comentados por Luciano Berriatúa en la entrevista es la reconstrucción histórica, la cual se observa en toda su obra. Sobre todo en El Buscón. El cineasta afirma que se interesaba en el cine de época, lo cual fue una influencia por parte del cine alemán. La mayor influencia para realizar el largometraje recae sobre Fausto, que era una reconstrucción histórica a partir de elementos teatrales y pictóricos, los cuales son necesarios para poder generar ese efecto de “viaje en el tiempo”. Sin embargo, aclara el cineasta, es imposible recuperar por completo el lenguaje y los gestos del pasado. Esta era la idea principal detrás de su película: la imposibilidad de reconstruir una época (Borrás, M., Úbeda-Portugués, A., 2010).
            El director aclara que lo que hizo fue acceder a la reconstrucción histórica a partir de la idea de la muerte y cita una frase de Quevedo: “¿A qué volvéis los ojos que no os acordéis de la muerte? Vuestro vestido que se gasta, la casa que se cae, el muro que envejece y hasta el sueño que cada noche os acuerda de la muerte, retratándola en sí”. Afirma que le interesaba la impotencia frente a la muerte y la lucha contra esta a través de hacer revivir un texto por medio de la adaptación para un público actual. A pesar de querer revivirlo, no se logra. No se puede tener la experiencia de como se vivía en esa época. Luciano Berriatua lo intenta a través de tres técnicas: renunció al campo-contracampo –por considerarlo artificial–, añadió movimientos laterales, en diagonal–para crear la ilusión de entrar a otra época– y, finalmente, no adaptó los diálogos de la novela. Sin embargo, esto resulta provechoso debido a que añade la voz en off, que representa para él, un punto de vista externo que permite recuperar la parte pictórica. La puesta en escena es donde se dan las claves para comprender la película. Berriatúa cita a José Deleito y Piñuela sobre cómo se realizaban las representaciones teatrales durante el Siglo de Oro: los actores no respetaban el texto, improvisaban y sus vestuarios eran malos e incorrectos, pero al público no le importaba. El director dice que esta idea le fascinaba. La puesta en escena que hay en la película, lejos de ser un desastre, era un juego caótico que situaba  al espectador en la época, es decir, el director adapta la idea de “puesta en escena” como se hacía en el Siglo de Oro para que el espectador, al ver la película, se sienta como se sentían los espectadores del teatro en el Siglo de oro, y se realice ese salto en el tiempo directo que él buscaba. Finalmente, el director defiende su película de las críticas asegurando que su obra tiene una serie de trasfondos entre sus imágenes que son difíciles de recuperar. Los ocultó porque la censura de la época lo obligaba y fue muy difícil que el público se ocupara de recuperarlos (Borrás, M., Úbeda-Portugués, A., 2010).
           











[1] En una entrevista con Luciano Berriatúa por Miguel Ángel Blanco en 1998 se discute la vida y obra del cineasta. Blanco Martín, M. A. (1998) “Luciano Berriatúa”, en Cine y su imagen. Almería: Diputación de Almería. Recuperado de: http://www.dipalme.org/Servicios/Anexos/anexosiea.nsf/VAnexos/IEA-CImag/$File/CImag.pdf

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