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La contemporaneidad de Aira es un mosaico de oportunidades para (re)construir realidad. Crear un género literario es una tarea imposible, pero renovar la realidad de la novela, es la única manera de acercarnos a la novedad. Aira encuentra su solución en Rugendas, su pintor viajero, quien cruzará América del sur para poder pintar el paisaje del nuevo continente con base en los preceptos fisionómicos de Humboldt, exponiéndose y a su fiel acompañante Krause a los malones, indios y la fugacidad de un rayo.
Desafiar las categorías literarias es un signo del trabajo de Aira. Escritor, novelista y crítico argentino que, arraigado en la posmodernidad, se atreve a deconstruir la novela tradicional. El medio es el fin: el proceso de escritura es revisado para poder cuestionar la esencia de la novela. Un episodio… es la forma en que Aira ofrece todo un tratado sobre el reordenamiento del procedimiento de novelar en el presente. Un proceso que se repite hasta el cansancio y nunca termina, que cuando termina vuelve a iniciar y, para cuando inicia, ya terminó.
¿Por qué parece ser que su tratado se esconde detrás de una novela histórica? No es gratuito. Entre el pasado y el presente se encuentra cierto abismo. Podemos decir lo mismo de la ficción y la realidad. Mas no es un abismo vacío, en este podemos encontrar la presencia de archivos, el paisaje, la pintura, la literatura, la representación, la creación de verdad y de realidad, el presente, la concepción naturalista de realidad, el monstruo, Argentina ayer, hoy y mañana, el uso de la memoria y el proceso creativo: este es el multiverso de Aira, el de Rugendas y el de muchos escritores.
El problema ficción y realidad se exhibe en las literaturas testimoniales o históricas que se basan en acontecimientos verídicos. Principalmente, son de interés los archivos o documentos que ofrecen. Estos archivos pueden tener forma de documentos históricos, cartas, y es necesario considerar los cuadros de Rugendas en este caso. Estos archivos parecen pertenecer a un contexto histórico y confirman una realidad. Cuando el autor decide ocuparlos para comenzar una ficción, me parece que toda realidad o aspecto de esta debe desaparecer. Tal como el autor real desaparece de la poesía y se reemplaza con el “yo poético”. Para finalizar, me gustaría comentar que esta novela, al parecer sencilla, demanda una segunda lectura. Es un trabajo abarcador sin resultar cansado de leer. El lector “diagonal” disfrutará de su contemporaneidad y no se distraerá con el relato aparentemente histórico.
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