Manejo de la identidad homosexual femenina en Un cuarto propio (1929) y ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? (2011)



Te diré qué significa la libertad para mí: no tener miedo.
Nina Simone

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Un cuarto propio es un ensayo escrito por la autora inglesa Virginia Woolf, en el año 1929. Woolf es encomendada la tarea de escribir acerca de “la mujer y la ficción”, pero lo que resulta es un acercamiento crítico, desde una perspectiva socio-económica, a las circunstancias de la mujer de inicios del siglo XX, de siglos anteriores y, por su esencia literaria, de la condición de la mujer de manera general, incluyendo a la mujer ficticia.

Lo que resulta fascinante del estilo de esta conferencia para Cambridge en 1928, es el proceso de ficcionalización de los eventos que asegura realizó o está realizando la autora al momento de ser leídos. Dando paso al característico flujo de conciencia de los Modernistas. Sin embargo, se debe especificar, esta persona a quien la autora desea explorar es la mujer que se hace autora. Además del cómo se hace autora, es decir, el trayecto y las adversidades en su camino. En el cuarto capítulo, Woolf explora con particular estilo la oscuridad impuesta sobre personajes femeninos.

Ochenta y dos años después de la publicación, la también autora inglesa, Jeanette Winterson, publica, en el año 2011, una autobiografía titulada ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? en la que de manera similar a Woolf, Winterson relata su acercamiento a la literatura y sus infortunios al momento de aspirar a ser escritora. De hecho, el largo título proviene de un enfrentamiento, en el capítulo octavo, contra su némesis principal, su madre adoptiva, la señora Winterson. La discusión gira en torno a la homosexualidad de la autora. Asimismo, continuando con la analogía, en este texto también se presenta una ficcionalización de los eventos narrados.

En el presente ensayo, se realizará un análisis comparativo entre el manejo de la identidad homosexual femenina a través de los elementos ficcionales o reales con base en un ensayo de la narratóloga Dorrit Cohn titulado “Vidas históricas versus vidas ficcionales” en el que distingue los diferentes géneros autobiográficos a través de la ficción presente o ausente en el argumento y discurso de una obra. De igual manera, se discutirá sobre el “yo” que la autora Winterson maneja para escribir sobre su condición homosexual con base en un fragmento de “Identidad, identificación y sujeto” escrito por el teórico Jonathan Culler. Para concluir, se analizará el manejo de las relaciones entre mujeres en el estilo de Woolf  con base en la libertad del acto de escritura que ofrece su época, a partir de un segmento dedicado a la vida y obra de Woolf, en el libro La novela inglesa por el crítico literario Terry Eagleton.

En el capítulo noveno de su autobiografía, titulado “Literatura inglesa de la A a la Z”, Winterson escribe, “Leernos como ficción es tan liberador.” (117) Considero que esta es la tesis con la cual ella da cohesión a su obra y a su vida. Esto ya lo había hecho Woolf en su ensayo:

“No preciso decir que lo que voy a describir no tiene existencia: Oxbridge es una invención, Fernham también, “yo” no es más que un símbolo cómodo para alguien que no existe realmente. De mis labios fluirán mentiras, pero tal vez se mezclará con ellas alguna verdad.” (8)

Estas dos citas son increíblemente cercanas, puesto que ofrecen al lector, de manera inmediata, un modo de recepción. Cohn explica “Un lector de ficción competente – sostengo yo – entiende que el autor está comunicando a su lector una narración ficcional” (425). Sin embargo, las obras aquí tratadas rompen con algunas de estas tradiciones literarias. Principalmente, en el manejo de la ficción. Es por eso que las narradoras deben de sugerir los propios “horizontes de expectativa” de sus obras. Woolf lo llama mentira, Winterson lo llama ficción  y es claro que los temas que el lector debe buscar, en Un cuarto propio, son la verdad y, en ¿Por qué ser feliz…, la libertad de vivir una identidad.

Con base en el diagrama de Cohn (422) ambas obras se posicionan en un lugar entre los dominios de la ficción y la realidad histórica, ambas con un régimen de primera persona. Cohn nos dice sobre su diagrama, “Al enmarcar estos géneros, utilicé líneas punteadas […] a fin de sugerir que pueden ser permeables.” (423). Entonces existe una relación entre la ficción y la realidad en esta obras, a tal grado que son influyentes entre sí.  Pero, la ficción sólo puede cobrar vida en el arte o, en este caso, la ficción sólo puede cobrar vida en el acto de escritura literaria de estas dos autoras. Entonces, ¿cuál es la manera en que manejan las relaciones entre mujeres en sus obras?, ¿en la realidad histórica o en la ficción? y, ¿qué elementos intervienen en el acto de escritura sobre la homosexualidad de la autora Winterson y sobre la renovación de las relaciones en el caso de Woolf? Sobre la última pregunta es necesario mencionar que los elementos que deben intervenir son reales y ficcionales en ambos casos. Debido a que Winterson es una persona homosexual, pero Woolf no hace referencia a sí misma sino a las mujeres ficticias de la literatura.

Ambas escritoras publican las obras aquí tratadas al inicio de siglo. Quizá influenciadas por los nuevos tiempos que esperan a la humanidad, pero también, quizá ellas estaban adelantadas a sus tiempos.  Es por eso que, a pesar de que, posiblemente, los elementos que intervienen en el acto de escritura de Woolf sobre las relaciones entre mujeres son también de carácter histórico, como los generados por la sociedad que la rodea: la cultura y las tradiciones conservadoras de la época, Woolf parece no verse afectada por estos.  La libertad en la ficción de Winterson, como ya mencioné, sí está influenciada por factores históricos. Sin embargo, no sólo es una autora real homosexual, Winterson es parte de su propio universo diegético dibujándo y ficcionalizando su homosexualidad en su autobiografía, porque cuando una persona se inmerge como personaje debe cumplir funciones diegéticas.

Ambos lados de la moneda de la Literatura, realidad y ficción, están influyendo entre sí en estas dos obras. Es así que las autoras envían mensajes de diversa índole en sus escritos. Pero en este ensayo nos concentramos en la homosexualidad femenina ficticia y real. A continuación, observaremos de qué formas es manejada y que factores influyen en esta a través del estilo de ambas autoras.

En el apartado dedicado a Viginia W. en el libro teórico La novela inglesa, se nos expone que ella pertenecía a una parte de la sociedad que disfrutaba de privilegios monetarios y sociales, pero que junto con otra clase de “espíritus libre” se mostraban críticos ante sus situaciones privilegiadas, honrando la honestidad, la rebeldía, la libertad, a los librepensadores, los liberacionistas sexuales, etc. Bloomsbury era el grupo vanguardista al que pertenecían estas personas privilegiadas que deseaban abogar por un futuro más libre pero que no estaban listos para socavar sus privilegios. Tal es el caso de Woolf. En su escritura, su arte, trata de denunciar la realidad pero defender su propia posición social.

Para Woolf su libertad y la libertad de su literatura recae en su dinero y su espacio propio.  Como Eagleton menciona, Bloomsbury es el espacio en el cual Woolf desea hablar de los temas pocos convencionales de la época. Entonces, la autora hace uso de esta libertad para exponer esta represión sobre los personajes femeninos en el canon literario, pero siempre buscando reservar sus derechos aristócratas.

“Siento cortar de un modo tan brusco. ¿Hay hombres presente? ¿Me prometen que esa cortina roja no oculta la figura de Sir Charles Biron? […] Entonces les puedo decir que las primeras palabras que leí eran esta – “A Chloe le gustaba Olivia” […] quizá por primera vez en la literatura.” (73)

La manera en que introduce el tema de las relaciones entre mujeres constructivas denota este encubrimiento o inseguridad sobre el tema en sí. Lo que Woolf consigue es definir una visión de la construcción de la mujer en la década de los veinte, pero además exponer la falta de personajes  femeninos en la literatura: “Y qué cambio total hubiera padecido Antonio y Cleopatra si eso hubiera pasado. […] qué interesante hubiera sido si las relaciones de las dos mujeres hubieran sido más complejas.” (73) La renovación de las relaciones entre mujeres ficticias es sugerida por Woolf a tal grado que sugiere una reforma en la concepción de la mujer. Dos mujeres pueden ser amigas como Chloe y Olivia, pero más allá de eso pueden ser una pareja como Jeanette y Janey. La relaciones entre mujeres, sobre todo el retrato de la mujer ficticia, dice Woolf, “es harto simple y demasiado monótono.[…] si Mary Carmichael sabe expresarlo, se encenderá una antorcha en esa vasta cámara en la que nadie ha penetrado.” (75) Es aquí que deben intervenir los factores ficcionales que intervienen en ¿Por qué ser feliz…, ya que el “pacto novelesco dentro del pacto autobiográfico” (Cohn, 439) se manifiesta en la expresión de las acciones y sentimientos de Jeanette por Janey. Reconozco que existen otras identidades homosexuales en las páginas de su autobiografía pero es la relación mantenida con Janey la que genera una revolución en la vida de Winterson, como parte de su universo diegético. Sin duda, Winterson, lectora real de Woolf, afronta la demanda hecha en Un cuarto propio, desde su novela Fruta prohibida (1985), Winterson ya se encontraba revolucionando los personajes femeninos a favor y a partir de su “yo” homosexual. Es aquí donde resaltan los factores reales que encara esta autora, o cualquier otra autora, al escribir personajes femeninos de diferentes condiciones y actitudes que rebasen la frontera creada entre lo masculino y lo femenino por la misoginia, el machismo y la ignorancia.

La forma de Winterson al hablar de relaciones homosexuales, o mejor dicho de apego entre mujeres opuesto a la idea de, por ejemplo, celos entre Cleopatra y Octavia que expone Woolf,  es simple. No genera ninguna paráfrasis. Es referencial. Si observamos en el capítulo “Apocalipsis” esta cita, “Había estado viéndome con una muchacha que aun estudiaba […] Me gustaba mucho, pero tenía mucho miedo de besarla.” (106) notaremos no solo la semejanza con Woolf en la expresión de relaciones entre mujeres, sino también el mismo miedo, la falta de libertad de poder articular un identidad. Los factores que alteran el estilo de Winterson son referenciales, en cuanto al poder que ejercía el personaje de la señora Winterson sobre ella. Sin embargo, es el personaje de Janey con el que la autora completa la verdadera encomienda de Woolf. Janey es un personaje complejo. Una muchacha de ojos intensos que posee distintos novios. Se puede hablar incluso de un personaje bisexual. Más todo parece indicar que Janey ocultaba de su padre su verdadera orientación, su preferencia por jóvenes como Winterson. En el miedo de Janey por la situación económica de su familia, Winterson ve reflejado su miedo de no poder conseguir su espacio: “Le dije que habría un tiempo en el que no tendríamos que tener miedo. Nos agarramos de la mano. Me pregunto que se sentiría tener un hogar propio.” (109) La intertextualidad es bastante clara. La metáfora de un espacio propio cobra vida en el universo diegético de Winterson y cobra vida a través de la represión de su identidad homosexual y la de Janey.

En el capítulo “Apocalipsis” se presenta también un discurso ontológico sobre la identidad homosexual. En la discusión de Jeanette con la señora Winterson, esta última exige una razón para la condición homosexual de su hija. Jeanette sólo logra contestar: “Pero no sé por qué razón… soy lo que soy…por qué no la complazco. Por qué no soy lo que ella quiere. […] pero hay algo que sí sé: cuando estoy con ella soy feliz.” (114) Jonathan Culler plantea de maneja ejemplar, en su ensayo “Identidad, identificación y sujeto” los valores que ofrece la literatura como la de Winterson. Sobre todo tratando de definir si la homosexualidad es algo dado o construido a través de la perspectiva de Jeanette o de Janey. “De ahí que surjan tensiones entre la exploración literaria y las afirmaciones teóricas. El poder de las representaciones radica en una particular combinación de singularidad y ejemplaridad.” (Culler, 410)

La representación de personajes femeninos complejos, como Jeanette o Janey, es uno de los motivos por los cuales las identidades de las autobiografías pueden llegar a ser consideradas literatura. La individualidad o la identidad, nos dice Culler, es explorada recurrentemente en la literatura. La señora Winterson lo sabía; no dejaba que hubiera libros en su casa. Reconocía en Jeanette a una lectora que podría llegar a identificarse con personajes despreciables para la postura de la señora Winterson. “Se acusa a la literatura de corromper mediante mecanismos de identificación” (Culler, 411)

Sin embargo, Culler problematiza esta representación de identidades. Principalmente, la identidad homosexual. “A los miembros de colectivos históricamente oprimidos las narraciones les posibilitan la identificación con un colectivo potencial y colaboran en la creación del grupo mostrándoles que pueden llegar a ser.” (413) El discurso con el que maneja la homosexualidad la autora de ¿Por qué ser feliz… es una discurso de oposición a la represión, representada por la presencia de la señora Winterson con su obsesión religiosa. Me parece que el discurso es diferente al propuesto por Woolf, quien al final de su ensayo propone una alianza entre hombres y mujeres para el desarrollo de una sociedad justa. Winterson se basa en la individualidad de su persona y a partir de ahí genera un discurso, no colectivo, sino individual. Pero, como menciona Culler, corresponde al crítico recuperar los aspectos individuales del sujeto literario y aplicarlos en la resolución de las identidades marginalizadas. Es por eso que el discurso de Winterson, individual y de oposición, concuerda con las posiciones actuales de la cultura homosexual en la cultura globalizada. Cualquier otro tipo de discurso, por ejemplo un discurso sumiso frente a la señora Winterson, causaría un daño en la comunidad homosexual. ¿Al reducir los personajes homosexuales femeninos a un discurso de oposición no se descarta como parte del canon literario a los personajes homosexuales sumisos?, es decir, ¿sus historias no merecen ser contadas sólo por no encajar con el discurso utilizado actualmente? Esto es un tema que no se tocara en este ensayo.

Conclusión
La intertextualidad entre las autoras en sí nos muestra una relación diferente de las ya establecidas para las mujeres ficticias y las reales. Maestra y alumna. Autora y lectora. Woolf y Winterson. Ambas enfrentándose a las construcciones masculinas de la mujer y al encasillamiento de las funciones de la mujer: la heteronormatividad y por ende la rivalidad entre mujeres por conseguir un hombre y un matrimonio. Winterson, como buena lectora, reconoce las instrucciones de Woolf en Un cuarto propio para romper con esos arquetipos y reconstruir sus personajes a través de una visión de la realidad circundante: la mujer compleja con miedos, marginalizada en minorías, ya sea por su orientación sexual, por el color de su piel, sus creencias, sus condiciones de salud, etc. Como lectora de ambas obras, me parece relevante la labor artística ya que logra influir sobre la sociedad. Tanto por exponer la represión de las identidades femeninas en la realidad propia y la ficción como por tener un tono motivador.

Bibliografía
  • Cohn, Dorrit. “Vidas ficcionales versus vidas históricas”, en María Stoopen. Sujeto y relato. Antología de textos teóricos, México, UNAM, 2009.
  • Culler, Jonathan. “Identidad, identificación y sujeto”, en María Stoopen. Sujeto y relato. Antología de textos teóricos, México, UNAM, 2009.
  • Eagleton, Terry. “Virginia Woolf”, en La novela inglesa, Madrid, Ediciones AKAL, 2009.
  • Winterson, Jeanette. “¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?”, Nueva York, Grove press, 2011.

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