Te ensayo y te cuento: análisis del discurso híbrido en "La mano del comandante Aranda" de Alfonso Reyes


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El fin de la creación literaria es iluminar el corazón de todos los hombres, en lo que tienen de meramente humano.
ALFONSO REYES
En el presente ensayo se destacarán los elementos pertenecientes al género ensayístico en el cuento La mano del comandante Aranda del escritor Alfonso Reyes tomando como base crítica la obra Situación del Ensayo de la ensayista Liliana Weinberg, así como otros textos referentes al tema con el propósito de conocer, a través de una inspección completa del objeto, la estructura que utilizó Reyes para producir un componente híbrido entre el género narrativo y el argumentativo.

Alfonso Reyes, originario de Monterrey, era ensayista, poeta, filósofo y narrador tan sólo en el ámbito literario. Su cuantiosa obra lo ha posicionado en lo alto de las Letras Españolas. “La diversidad de sus libros traduce la apetencia de descubrir panoramas. […] de definir lo humano” (González de Mendoza, 1956, p. 417). Su mayor aportación como ensayista se encuentra en su escrito “Las nuevas artes”, donde denominó al ensayo como “centauro de los géneros, donde hay todo y cabe todo.” (1959, p. 43). Sobre su estilo en “Visión de Anáhuac”, el investigador Alfonsino, Willis Robb se cuestiona: “¿Ensayo de recreación histórica, o de interpretación histórica? Las dos cosas, y mucho más. […] Flexibilidad proteica que va tomando mil formas […] variando en sus dosis de ingredientes discursivos y artísticos.” (1981, p. 111). Bajo este pensamiento de dualidad se pueden encontrar ensayos de Reyes con componentes pertenecientes a otros géneros debido a que el campo argumentativo le permitió desarrollar su múltiple talento sin compromisos ni formalidades.
Continuando con los temas que abundan en la obra del regiomontano universal, se debe considerar la presencia constante, en su variado estilo prosista,  de un manejo de temas universales aplicados a la búsqueda de una identidad nacional. Asimismo conviene, para los propósitos de mi argumentación, entender que en el siglo XX, de acuerdo con el escritor Jorge Asbun (2009, p. 125), el lector se convirtió en un “papel activo, de participación” que complementaría los textos del autor. Con estas premisas se entiende que  los temas tratados en La mano del comandante Aranda y la participación por parte de lector no son seleccionados al azar, sino que conforman un mensaje que busca iluminar y reforzar la razón de cualquiera que acepte la lectura Alfonsina.

Nuestro objeto de estudio, que vio luz por primera vez en 1955 con el libro Quince presencias, forma parte del amplio rango de experimentación que realizó Reyes en el género ensayístico, debido a que logró conformar un híbrido ambicioso entre cuento y ensayo. La narración pertenece al realismo mágico ya que la protagonista es una mano a la cual se le atribuyen características humanas. El narrador es heterodiegético y el imaginario no es otro más que la realidad misma alborotada por la burlona y salvaje mano. Sin embargo, como objeto de estudio, a la mano se le confiere una postura elevada debido a que es participe en un amplio rango de obras artísticas las cuales son referidas en los fragmentos argumentativos de La mano. A estas referencias Asbun, en una “lectura guiada” al ensayo/cuento, las denomina como una “oleada cultural y por qué no decirlo: ensayística” (2009, p. 126).

Es solamente aceptable que en este ensayo se mencionen ciertas de esas referencias y se comience de manera inmediata a categorizarlas como pautas de lo ensayístico encontradas en el objeto tratado.

Debido a la naturaleza dual del texto podemos encontrar el tema de “la mano” como una protagonista y un objeto de estudio. Las secciones ensayística y narrativa están unidas de manera recíproca, es decir, una crea y le da forma a la otra. La vida de la protagonista es resultado de las características atribuidas en los primeros párrafos a manera de referencias. Se puede entender, de igual manera, que el desarrollo del escrito es narración-argumentación-narración debido a que en el principio se nos presenta un protagonista: “El comandante Benjamín Aranda perdió una mano en acción de guerra, y fue la derecha, por su mal.” (Reyes, 1955, p. 143). Luego comienza la argumentación al final del primer párrafo ya que el narrador lanza una interrogante al lector, pero también para sí mismo: “¿Estamos seguros de que la mano valga menos que el cerebro o el corazón? Meditemos.” (Ídem). Esto parece ser una introducción al ensayo ya que se plantea la tesis o la justificación de la “meditación” que abarcará los siguientes párrafos del texto tratado.

            Es posible que Alfonso Reyes, además de verlo como “centauro”, comprendiera el ensayo como una forma de meditación tal y como lo hizo Michel de Montaigne pero ese tópico no será abarcado en este ensayo. Continuemos.

Como objeto de estudio la mano es acreditada, mediante referencias de diversos ámbitos, como poseedora de un “secreto instinto”: como Dios menor, guía de la evolución, instrumento o herramienta que crea y destruye a la vez, reivindicadora, experimentadora y santa. En medio de estas líneas totalmente persuasivas el narrador se pregunta “¿Qué no dice la mano? […] ¿Qué más?” (Ibídem, p.144-145) y continua añadiendo que en el orden abstracto de las capacidades humanas la mano cumple funciones de amenaza, persuasión, afecto y agresión. Es analizada a través de murales de José Clemente Orozco (El hombre de fuego, 1939) y Diego Rivera (Hombre en una encrucijada, 1934); en pinturas de Rembrandt (San Mateo y el Ángel, 1964) y El Greco (Caballero de la mano al pecho, 1578). Así mismo, complementando lo ensayístico, Reyes lleva a cabo una exaltación poética de la mano con la siguiente metáfora: “¡Flor maravillosa de cinco pétalos, que se abren y cierran como la sensitiva, a la menor provocación!” (Ídem). De acuerdo con el filósofo alemán Max Bense (1942, p. 24) el ensayo es un confinium de ética y estética. De tal manera que se observa que Reyes rescataba, como creador, la poesía en La mano tal como lo hizo en Visión de Anáhuac. Finalmente, termina el carácter argumentativo del híbrido o “meditación” sobre la situación de la mano en el orden mundial a través de la religión (se menciona un pasaje de Éxodo), del arte y el conocimiento universal.

Podemos concluir que la presencia de referencias es crucial para identificar el constituyente argumentativo. En una entrevista a Excélsior, el ensayista Hugo Hiriart (2001) aseguró que “el mejor ensayista es aquel que alcanza mayor número de referencias.”

Como se puede observar, se recurrió al ensayo para la creación del personaje de manera contradictoria puesto que de símbolo se tornó artefacto. De Dios se redujo a ladrón. Escribir de esta manera nos refleja un dominio por parte del autor en cuanto a la unificación de los componentes para resultar en un híbrido que solicita al lector una concentración total. A continuación, comparemos qué lleva de ensayístico La mano del comandante Aranda con base al criterio de la investigadora del género, Liliana Weinberg.

            Situación del ensayo (2006) es un libro puntual y completo que resume numerosos aspectos del ensayo a través de sus capítulos, lo posiciona en un punto particular de la historia literaria debido a que aún se discute gran parte de su participación como género debido a su carácter social, poético, académico, etc.

            Para Weinberg el ensayo suele categorizarse como “un género degenerado” (ibídem, p.17). A pesar de estas afirmaciones, sí se logran encontrar estructuras recurrentes tanto en el ensayo de Montaigne como en el del siglo XX y Weinberg las enumera.

            “Una clave fundamental para comprender el ensayo es notar que está escrito en presente.” Se da una “remisión al acto enunciativo y al acto intelectivo en el momento mismo de hacerse.” (Ibídem, p.19) La mano del comandante Aranda cumple con dicha característica debido a que durante el discurso ensayístico se utilizan verbos en presente. Otro elemento del ensayo es que suele ser un “texto en prosa que manifiesta un punto de vista bien fundamentado […] responsable del autor respecto de algún asunto del mundo.” (Ibídem, p. 20) Considero que Reyes se presenta en su texto debido a las cualidades ya mencionada acerca de su estilo prosista. Su punto de vista quiere dar a entender el valor de la mano como tema.

Se afirma, en Situación del ensayo, que “cuando un lector se enfrenta al ensayo, tiene ya una serie de expectativas. […] «Esto que leo no es ficción», «este texto me reenvía al mundo»” Sin duda, este factor se encuentra presente desde la mención de referencias del mundo real que coliden con el mundo ficcional. El ensayo “logra construir una representación del mundo con su propia legalidad y organización, de modo tal que él mismo pueda apoyarse en operaciones propias de la narración.” (Ibídem, p. 28) Finalmente, “Escribe ensayísticamente el que compone experimentando, el que vuelve, interroga, palpa, examina y atraviesa el objeto con su reflexión.” (Adorno como se citó en Weinberg, 2006, p. 42). Estas dos citas me parecen la tesis de este ensayo. A través de su visión, Alfonso Reyes lleva a cabo un desarrollo único en La mano de comandante Aranda debido al respaldo en la narrativa. El tema manejado suelta varias interrogantes en el discurso y se busca una recolocación del tópico a manera de buscar su verdad única.

            Todas estas afirmaciones y analogías demuestran que el discurso argumentativo, aunque breve, revela propiedades del ensayo. Como previamente se mencionó, se lleva a cabo un intercambio recíproco entre narración y ensayo, es decir, una vez que se establecieron las bases del objeto de estudio así como su valor, a través de una narrativa realista-mágica, se le da vida, o mejor dicho, virtud propia a la mano.

Regresamos a lo narrativo con este párrafo: “No hay duda, la mano merece un respeto singular, y bien podía ocupar un sitio predilecto entre los lares del comandante Aranda.” (Reyes, 1955,  p. 146), dejando a un lado la argumentación. “Poco a poco, el tabú, el objeto misterioso, el talismán escondido, se fue volviendo familiar. Y entonces emigró del cofre de caudales hasta la vitrina de la sala.” (Ídem). Esta familiarización del objeto de estudio nos lleva a una disminución del nivel de la mano cercenada. “Dieron en crecerle las uñas, lo cual revelaba una vida lenta, sorda, subrepticia. De momento, pareció un arrastre de inercia, y luego se vio que era virtud propia.” (Ídem). Se le da una capacidad moral a la protagonista y parece que justifica lo fantástico con un acto de inercia. “Con pinceladas finísimas fusiona el mundo de lo real con lo ficcionario.” (Asbun, 2009, p. 127) A continuación, como si se le diera una formación a un recién nacido, la familia del comandante usa la mano como pisapapeles, sujeta hojas, para rascarse y hacer procacidades. “Sufrió una manus diminutio, dejó de ser una reliquia, y entró decididamente en la circulación doméstica. […] La mano, así, recordó muchas cosas que tenía completamente olvidadas” (Reyes, 1955, p.147). A partir de las observaciones en el proceso de manus diminutio, Reyes vuelve a recurrir a las referencias y a las anotaciones ensayísticas debido a que continua atribuyéndole más sentidos a la mano como objeto de estudio, todo a través de la narración mágica y con su sensibilidad humorística.

La mano como personaje obtiene entendimiento y carácter propio. A partir de aquí la mano pasó de ser un emblema a ser una representación de la condición humana universal y sobre todo, del mexicano como se ve en los siguientes fragmentos: “Ya amenazaba con costarnos un día lo que nos costó la pata de Santa-Anna.” y “La última reja de plata que aún quedaba en el Palacio Nacional desapareció. […] a cuenta de la misteriosa mano que muchas veces era inocente.” (Ibídem, p.150)

Para concluir, me parece que La mano del comandante Aranda es un híbrido completo que lleva al lector “de la mano” para conocer el significado e importancia detrás del tema seleccionado por Reyes. Se posee una doble función en la que el autor descubre o experimenta para lograr desarrollar una estructura única, llena de detalles poderosos. Realizar esta investigación me dejó una nueva forma de lectura. El tema y el discurso del ensayo/cuento ocultan diferentes planos de lectura. Creía que la lectura era infantil pero comprendo ahora que para llegar a la raíz de este texto se necesita un conocimiento más penetrante en cuanto a la cultura universal. Algunas ideas que pudieron haber quedado pendientes son la metaliteratura, con la que finaliza la vida de la protagonista, y como mencioné, un análisis a los diferentes planos de interpretación que se le pueden atribuir al texto.

Cuento y ensayo son reunidos en esta lectura produciendo un efecto único en su tipo. La estructura desarrollada (narración-ensayo-narración) debería ser tomada como base ejemplar, así también, el efecto contradictorio en la relación recíproca de ensayo y cuento para lograr producir narraciones que de igual manera logren reafirmar la importancia del “centauro de los géneros” en la literatura.







Bibliografía

Asbun, J. (2009). Una lectura guiada de La mano del comandante Aranda: Obra representativa de Alfonso Reyes. Casa del tiempo. Vol. III. N° 25.  p. 125-128.
Bense, M. (2004). Sobre el ensayo y su prosa en Cuadernos de seminarios permanentes. trad. de Martha Piña Zentella. México: CCyDEL.  p. 21-31
González, J. M. (3 de febrero de 1956) Algunos libros de Alfonso Reyes. En M. Cabrera (Director). Casa de México de la Ciudad Universitaria de París. México.
Hiriart, H. (2001). El gozo del ensayo en Excelsior. Ariana Juárez (Reportera)
Orizaga, D. (2011). Afición de Reyes. La palabra y el Hombre. N° 16, p. 11-14 Recuperado de http://cdigital.uv.mx/handle/123456789/33277
Reyes, A. (1959) “Las nuevas artes” en Los trabajos y los días. Obras Completas, t. IX. México: FCE. p. 400-403.
--------, A. (2011). Visión de Anáhuac y otros textos. Xalapa: Universidad Veracruzana
Weinberg, L. (2006). Situación del ensayo. México: UNAM / CCyDEL
Willis Robb, J. (1981) Variedades de ensayismo en Alfonso Reyes y German Arciniegas. Thesaurus: Boletín del instituto Caro y Cuervo. Tomo XXXVI. N° 1. p. 109-122

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