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Photo by Josh Kahen on Unsplash |
Hago esta pregunta a la juventud mexicana que después de un largo día de clases, llega a casa con muchas ganas de comer y de relajarse, pero ¿frente al televisor? Existe algo más valioso, divertido y sabio que la tele y son los libros. Bien puede ser que un objeto con muchas hojas y palabras desconocidas solamente signifique tarea y por ello aburrimiento. No obstante, ¿me creerías si te digo que los libros no son así? La lectura conlleva nuevas formas de conocer y de mirar el mundo, todo a través de historias que un autor crea para sí mismo y para el lector o la lectora. Por lo tanto, las partes que observas en el exterior de un libro como su portada, su título, su autor o las cuantiosas hojas no deben ser tu único criterio para decidir si leer o no. Su contenido suele divergir con la realidad misma. ¡Suena increíble! La teoría literaria lo adjudica a que el autor o autora usan el lenguaje que tu usas día a día pero de una manera más trascendental para poder acercarse a una verdad, es decir, todas estas palabras forman una entidad que te lleva a conocerte mejor a ti mismo y a tú entorno a través de los personajes, sus acciones así como también el ritmo de la lectura y los numerosos recursos o efectos que cobran vida en tu mente.
De esta manera, te recomiendo adueñarte de la literatura de la manera que te plazca. Ya sea como un arte, un pasatiempo o una forma de adquirir nuevas perspectivas debido a que no es conveniente tener a la televisión como pasatiempo (o mejor dicho “mata-tiempo”), como forma de expresión cultural y mucho menos como vía de acceso a nuevas y más libres formas de pensar. Simplemente, ocultar el control remoto o destruir las pantallas en tu casa no es el camino sugerido. De hecho, cuando miras televisión también estas llevando acabo un tipo de lectura de la imagen. Tanto un texto como un programa de televisión, comúnmente, deben tener coherencia, cohesión y adecuación en su contenido para el disfrute de los lectores, así como también un mensaje positivo y perspicaz. Desafortunadamente el grave error de la televisión recae en su abundante contenido pésimo. Acaso, ¿nunca has sentido que cuando la miras eres tratado como un tonto? Te dice qué hacer, qué pensar y cómo ser con su repetitivo y simple discurso argumentativo. ¡Así no se puede! Dicho de otra manera, “ver la tele” es sólo leer a otras personas que creen tener autoridad sobre ti y claro que tienen ese poder sobre todo si tú lo permites. Ten por seguro, juventud, de que los libros nunca serán así contigo y eres esperado por ellos en la biblioteca.
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