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¿Quiénes son los protagonistas de la historia de las lenguas y las literaturas nacionales? Los traductores ayudaron en la formación de la identidad nacional de múltiples países en distintas etapas. Este capítulo ofrece la aportunidad de conocer la historia de otras naciones, pero concentrándose en aquellos aspectos que vinculan al acto de traducción con la búsqueda de una lengua y literatura (identidades nacionales) propias.
Suele pensarse que una traducción procede de una obra original, pero suele ignorarse que las traducciones preceden obras nuevas. Cuando las traducciones generan una influencia sobre el pensamiento de una nación y su producción literaria, Woodsworth las llama emergencias nacionales. Ya sea por el nacimiento de la imprenta, la propagación de la escritura, la difusión de obras nacionales a otros continentes e incluso la traducción de la biblia, estos hechos, en mi opinión, me hacen cuestionar las necias posturas que subestiman la tarea de los traductores, escritores, humanistas y que sólo se les considera dentro de “ocio” o de “inútiles”. El carácter del arte es así transformado por la evidencia histórica del papel de los traductores dentro de las revoluciones linguísticas y literarias de cada nación.
El texto nos ofrece una serie de evidencias sobre la importancia de traducir. Por ejemplo, la identificación de Escocia con Quebec debido a las traducciones de M. Bowman y Bill Findlay de las obras de M. Tremblay; además, el amor por el estilo literario ajeno y el cambio de opinion sobre la literalidad de las traducciones por parte de Joost van den Vondel; la fecundación de nuevos sistemas literarios nacionales por las traducciones de William Shakespeare por parte de Pierre le Tourner y Francois Ducis; la defensa del habla popular de las clases bajas para integrarlo en el sistema literario nacional a través de la traducción; la impactante idea de que hablar una cierta lengua puede ser ilegal y mortal en ciertos periodos históricos; el enriquecimiento entre la lengua del colonizador y el colonizado; las renovaciones de las lenguas nacionales a través de la traducción, ya sea el español inspirandose en la representación de realidad de otras lenguas o la renovación del inglés para reflejar las realidades africanas; asimismo, la idea de la traducción a lenguas vernáculas como pedagogía al generar producciones literarias, caso de Irlanda ,por medio de programas nacionales o en la Edad Media, donde las traducciones incluían exégesis, comentario y apropiación textual.
Es esta última idea la que se encuentra en ediciones valiosas. En mi biblioteca personal puedo encontrar dos posturas distintas sobre lo que conlleva la traducción interlingüística e incluso la intralingüística. Desde que soy más conciente de que algunas editoriales no se toman seriamente el proceso de traducción, he reducido de traducciones mi biblioteca, prefiriendo ya sean las obras en la lengua original o ediciones de editoriales que valoran a los traductores y su trabajo.
“Hemos traducido algunos textos latinos del prólogo en prosa del Arcipestre y aún algunas de las estrofas más goliárdicas para facilitar su comprensión a los que no se hallen capacitados para traducirlos ellos mismos.” Esta cita se encuentra en una traducción intraligüística de El libro del buen amor adaptada por Amancio Bolaño e Isla. De ninguna manera trato aquí de menospreciar su trabajo, pero es obvia la postura que este traductor aplica: prefiere traducir únicamente la obra original al español moderno sin dar más explicaciones, dejando que la traducción hable por sí misma. Por otra parte, La Iliada de Homero, de la editorial Cumbre del año 1980, traducido por Luis Segalá y Estalella con un estudio preliminar de David García Bacca, fue parte de una serie llamada “Los clásicos” de Alfonso Reyes y otros intelectuales. Se agradece que esta edición toma de manera seria el papel de la traducción y de la cultura griega. Por ejemplo, con esta nota de pie “En lugar del comienzo clásico, algunos textos antiguos dicen….” se nos ofrece una comparación estre esta edición y otras ediciones, lo que resulta esclarecedor para los lectores con poca experiencia para conocer las posibilidades dentro de la tarea de los traductores; en la siguiente nota “La diosa de “ojos azules” o de “ojos de lechuza” (ojos glaucos). Esta segunda traducción parece aludir a una concepción animal de los dioses.” y “El griego emplea la palabra “demoníaco”, que, en rigor, significa estar bajo la influencia de un daimon, de un ser intermedio entre lo divino y lo humano. […] Pero jamás tiene nuestro significado de “endemoniado” o poseído por un espíritu maligno.” aquí se nos ofrece una muestra de la ideología griega para contextualizar la traducción. Incluye un estudio preliminar que contextualiza la Grecia en que la rapsoda fue escrita y se lee: “El método más apropiado para acercarnos a Homero no es el crítico, sino el de hermenéutica –o interpretación del tipo de vida–, y pensamiento, de los griegos.” Esto, sin duda, resume la postura que toma la edición sobre la traducción como un proceso pedagógico. Asimismo, en sus advertencias finales se puede observar: “Hemos revisado la traducción del ilustre humanista catalán y recordado maestro Dr. Luis Sagalá y Estalella, de quien tuvimos la honra y el provecho de ser discípulos en la Universidad de Barcelona. El curioso lector echará de ver algunas modificaciones que hemos introducido.” Es así que la lectura de la edición se complementa con las notas al pie de página, la cuales son siempre aclaratorias e instruyen a los lectores en cuanto a múltiples hechos lingüísticos.
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